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En el imaginario colectivo la palabra hacker puede ser sinónimo de crimen y piratería. Pero cuando le preguntan a Manuel «Eme» Morato, co-fundador y director de Dev.F, la primera escuela de hackers de México, él lo tiene muy claro. «Así como hay hackers malos, también están los buenos, personas que aprenden a usar tecnología y software para resolver problemas y para construir cosas de provecho para la sociedad», dice. 

Eme forma parte de una generación que cree en el poder disruptivo de la tecnología para generar cambios positivos en su país y en el mundo. En 2014, junto con sus socios Elías Shuchleib y Enrique Díaz, se dieron cuenta existía muchísima gente con ganas de aprender a hacer cosas interesantes y de utilidad con tecnología, pero sin muchas pistas de por dónde empezar. 

Por otro lado, era evidente la dificultad que tenían las empresas para encontrar desarrolladores de software. Ahí surgió la idea de crear Dev.F, una escuela con alma de (buen) hacker, donde personas de cualquier nivel pueden aprender en poco tiempo los principios de tecnologías digitales como programación, ciencia de datos, marketing digital, diseño de interfaces y de experiencia de usuario (UX/UI). Todas ellas muy demandadas por empresas de todos los sectores.  

El emprendimiento de Eme, Enrique y Elías forma parte de una nueva generación de escuelas —más conocidos como bootcamps de tecnología— que han surgido alrededor del mundo para hacer frente a la escasez de capital humano con habilidades digitales. «Son emprendimientos, gente innovando en un problema que es universalmente reconocido como el principal obstáculo para la modernización y la digitalización de la economía, la brecha de talento.» dice Juan Carlos Navarro, especialista líder de la División de Ciencia, Tecnología e Innovación del BID. 

Los bootcamps son un fenómeno reciente —surgieron en 2011 en EE.UU— pero con un gran crecimiento. Según estimaciones de LinkedIn y de SwitchUp, en 2018 ya habían más 300 bootcamps de programación alrededor del mundo, aunque en América Latina es, de momento, un fenómeno incipiente. 

¿Qué es un bootcamp?  

  • Son programas intensivos de corta duración, de entre tres y seis meses de duración, aunque esto puede variar dependiendo del nivel de complejidad del curso. 
  • La enseñanza se realiza en un entorno de aprendizaje práctico en el que se introducen situaciones reales de trabajo. 
  • Los bootcamps trabajan de cerca con las empresas para identificar las necesidades de la industria, ajustando la enseñanza a las últimas tendencias y prácticas. 
  • Se mezcla la capacitación en habilidades digitales con las socioemocionales como trabajo en equipo, aprender a aprender y resolución de problemas. 
  • Como parte del bootcamp, la mayoría de escuelas ofrecen ferias de trabajo y contacto con redes de empresas con el objetivo de que el egresado encuentre trabajo. 

  HACKEANDO LA BRECHA DE HABILIDADES DIGITALES 

El ritmo de la transformación digital de la economía ha sido brutal y no parece que vaya a ralentizarse. Empresas del mundo entero están trabajando a contrarreloj para no quedarse atrás en un mercado donde las tecnologías digitales —programación, Big Data, ciberseguridad, internet de las cosas (IoT), aplicaciones móviles, blockchain, inteligencia artificial, aprendizaje automático (Machine Learning)— están presentes en cualquier proceso o producto que sea susceptible de ser digitalizado.  

Un ejemplo perfecto para ilustrar esto es Netflix, que empezó como un sistema de renta de DVDs de envío por correo. Sin embargo, hoy en día es sinónimo de ver series y películas por internet, con más de 140 millones de clientes en 190 países, y con beneficios netos de US$1.211 millones en 2018. 

 En una encuesta a 1.000 reclutadores de empresas en EE.UU. que habían contratado egresados de bootcamps, el 72% no notó una diferencia con un licenciado en sistemas a la hora de ejercer un primer trabajo de desarrollador y un 12% dijo que preferían a los egresados de bootcamp. 

Una ventaja, y al mismo tiempo un inconveniente, es que las tecnologías digitales se encuentran en continua actualización y el sistema educativo formal no puede seguir el ritmo. Esto, inesperadamente, ha creado una brecha creciente entre la demanda de nuevo talento y la oferta disponible. En 2015, una encuesta de Manpower a más de 40.000 reclutadores en 40 países, encontró que las tres posiciones más difíciles de ocupar están relacionadas con programación y sistemas informáticos.  

OPORTUNIDADES EDUCATIVAS PARA TODOS 

Los bootcamps tienen el potencial de cerrar la brecha de habilidades digitales y de diversidad en el sector de la tecnología, pero también pueden ser una oportunidad de promover la inclusión social.  

En el 2015, BID Lab apoyó el primer bootcamp de programación que trabaja exclusivamente con mujeres, Laboratoria, y que se ha convertido en un referente mundial. En Guatemala apoyamos el programa Valentina, enfocado en los jóvenes desempleados y subempleados del país. En Uruguay, como parte del plan Ceibal apoyamos el programa «Jóvenes a programar«, que apunta a la capacitación e inserción laboral de jóvenes en el área de las tecnologías de la información. 

Facebook Live: los bootcamps en América Latina 

  

 “Nos gustan mucho los bootcamps porque resuelven muchos de los problemas que tiene la educación técnica en la región: conocimientos relevantes para el mercado laboral, actualización continua de los programas, el enfoque en resultados y la colocación de los egresados” comenta Elena Heredero, especialista líder de BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo BID. 

Es por eso que a principios de 2019, desde BID Lab lanzamos una convocatoria para encontrar más modelos de bootcamp innovadores y de ser posible con un enfoque de inclusión. «Estábamos buscando por un lado proyectos que ya estaban más establecidos y en fase de escalar, y además los que trabajan con poblaciones vulnerables», dice Elena. 

Entre las 57 propuestas fueron seleccionados dos emprendimientos mexicanos: Dev.F y HolaCode 

En el caso de Dev.F, se trata de un emprendimiento que destaca por su oferta educativa y con un costo accesible para los alumnos, y que ya está en Panamá, Costa Rica, El Salvador, Colombia, y recibirá apoyo del BID para continuar su proceso de expansión.  

Por su parte HolaCode, trabaja con refugiados, migrantes forzados y retornados de México,  Centroamérica y Venezuela. Para este sector de la población, pagar el precio de un bootcamp suele estar fuera de su alcance, y HolaCode, aparte de darles capacitación para su incorporación a un mercado dinámico y con oportunidades, tiene un esquema de financiamiento como pago diferido, en el cual los estudiantes pagan cuando empiezan a trabajar. 

“Para un país como México, en donde la movilidad social es casi un mito, es bastante fuerte que esto se pueda lograr. Se abren nuevos caminos para quienes cuenten con las habilidades. Lo importante es hacer estas habilidades accesibles para quienes normalmente no cuentan con accesos”, asegura Marcela Torres, fundadora de HolaCode. 

Fuente: ¿Qué son los bootcamps y por qué son la llave de la educación digital en América Latina? (iadb.org)

 

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